Geisha
La palabra Geisha significa literalmente persona de las artes o artista.
Música, ceremonia del té, todo el ritual del pelo, el maquillaje, el Kimono, instrumento indispensable para la seducción al mismo tiempo que reflejo de su rango y de su riqueza. A las más jóvenes les tocaba los colores más vivos, las telas con los estampados más llamativos, las obis más largas. Gran lazo que ajusta con fuerza el talle de la geisha y que a veces es tan pesado que se equilibra hacia atrás el porte de la desafortunada coqueta. Tantas formas de anudarlo como significaciones... Para la vil prostituta obligada a desvestirse varias veces por día para realizar su trabajo, un simple lazo anudado por delante del vestido, es suficiente.
El Maquillaje: un rostro muy blanco, criterios basados por un edicto de shogun que se remonta al s-XVII. Algunas cortesanas llegaban, incluso, a lacar de negro sus dientes para realzar el resplandor de su piel . Lunares de cejas rasuradas y después pintadas de nuevo, se adornaban con el trazo pícaro y sensual de una minúscula boca con acentos carmín. Como una coma de sangre en una página desesperada mente virgen...
Los regalos son signos tangibles de su seducción y de su poder. Esta bien visto aceptar, bajar los ojos, inclinar la nuca e, incluso, dejar deslizar un poco de tela del vestido para dejar adivinar el fragor tierno y rosado de la carne; invitación secreta a placeres que algunos juzgan prohibidos. Si, está prohibido dejar hablar las emociones del corazón (se considera el amor fuera de lugar, incluso se entiende como vulgar dentro del okiya), pero es muy útil, seducir a un potencial danna, protector titular cuyos favores les brindará ese amparo tan necesario contra las vicisitudes del tiempo y los reversos de la fortuna. Extraño código moral es este juego sutil entre el deseo y el rechazo, entre lo permitido y lo prohibido, entre lo visible y lo oculto, las geishas aparecen desde muchos puntos de vista como un ser híbrido o al menos desconcertante...
Se ha especulado mucho sobre el papel real de la geisha a partir de las ilustraciones de pintores así como los primeros fotógrafos europeos. Fueran "vestales por completo devotas al culto de la belleza" o, más prosaicamente, "hetairas al servicio del dios Amor". De todo eso se habla y mucho en el libro publicado por Bérénic Geofroy-Schneiter "Geishas" Édutuib Assouline. Dónde pregunta "¿no llevan consigo muchas de esas planchas grabadas el germen estético que no cesa de estar presente en numerosas geishas del Japón actual?. ¿No cristalizaban las cortesanas, a su manera, todos los fantasmas relacionados con el país del sol naciente?..."
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